"Definir a cada una de las autoras resulta complicado..."

- ¿Podrías definir con unas pocas palabras a cada una?  
- Es bastante complicado, pero lo voy a intentar. Les pido perdón de antemano si no se sienten identificadas con lo que pueda decir de ellas. Lo haré por el orden en que aparecen en el libro, si le parece.   
Josefa Parra es un referente para mí. La conocí cuando yo tenía dieciocho años y ella acababa de ganar el Loewe. Desde el primer momento me deslumbró la sobriedad de su verso que para nada es parco, sino que goza de aquello que los clásicos perseguían: elegancia.      
Odette Alonso es la mirada melancólica y tibia cuando habla de lo “único” que llena su poesía, el amor. No me refiero a un amor carnal, sino amor en el más amplio sentido de la palabra: a la tierra, al mar, a la mujer, claro…     
Ana Tapia es de verso envolvente. Ocurre con Ana que cuanto más la lees, más necesitas seguir leyéndola.   
Txus García es la sonrisa en el verso que sorprende. Es una fuerza que traslada a la palabra la enigmática mirada del cabaret llevado a la poesía. Sería como la Chavela Vargas de la antología. Aún no la conozco en persona, pero estoy deseándolo porque es una fuerza de la naturaleza.   
Begoña Callejón me tiene enamorada desde siempre. Nada más leerla en Cenicienta en sangre quise saber quién había detrás de aquellos versos que te cogían del cuello y no te dejaban respirar. Begoña es de esas poetas que el tiempo dará como de las imprescindibles en este país. Su forma de construir imágenes es tan brutal que creo que podía llevarse al cine.   
Laura Cancho es una poeta que utiliza lo corporal de una manera magnífica. Escribe una poesía muy dúctil, muy sensual.    
Mado Martínez puede que sea la más terrenal, la más ligada a los elementos. Posee gran destreza para enlazar la naturaleza y lo corporal.     
Laia López me recuerda siempre a algunas escenas de El ángel azul y creo que es por la delicadeza de sus palabras que se suman a la fuerza de su verbo. Tiene un nervio especial a camino entre la Sexton y Gertrude Steine.    
Verónica Aranda es la más heterogénea. Creo que el hecho de que haya sido y sea traductora le aporta a su poesía un rasgo único que es el de hilar tradiciones, voces y diferentes miradas que hacen que su obra haya sido premiada en muchas ocasiones. Es tremendamente completa y lo mejor es que aún no lo ha dicho todo. Es una de esas poetas de referencia.      
Ana Rodríguez creo que tiene una mirada muy fresca y una manera de construir el poema muy esquemático y certero. Esto hace que su poesía sea como un relámpago que puede cegarte en la primera impresión, pero lo más potente viene luego, en posteriores relecturas.   
Ruth Llana es la que menos conozco. Sólo he podido leer los poemas que hemos incluido en el libro, así que sería muy aventurado decir nada. Desde luego sus poemas me han conmovido y los considero de una proyección tremenda. Es una gran poeta de la que tendremos que seguir hablando, estoy convencida.